jueves, 19 de mayo de 2011

EL CASO WAGNER

En agosto de 1888, Friedrich Nietzsche,  publicaba su ensayo “El caso Wagner”, redactado en Turín, de abril a junio de ese año. Con él empezaba el fuego a discreción contra el mago de Bayreuth, fallecido cinco años antes. Desde  entonces, la controversia no ha cesado ni ha excluido a ninguno de los diversos Wagner: al hombre, al músico, al literato, al pensador, al metomentodo, al político, al médium de aquel siglo y al amante de las mujeres. Todavía hoy, aparecen artículos, libros y ensayos, criticándole o alabándole. Aún sigue siendo un personaje histórico controvertido. Este escrito pretende conseguir una exposición de cómo sucedieron las cosas.

FILOSOFÍA PARA LA MÚSICA
Arthur Schopenhauer (1788/1860), fue un filósofo alemán, que escribió “El mundo como voluntad y representación”, publicado en 1818. Es su libro capital, el más famoso. Sólo en el aspecto literario, ya constituye una obra maestra de la lengua alemana. Y es uno de los logros del idealismo occidental.
Escritores y pensadores de los siglos XIX y XX, quedaron influidos por ese estudio. Hombres de la talla de Sigmund Freud, Friedrich Nietzsche, Thomas Mann, Gustav Jung, León Tolstoi, Albert Einstein, Jorge Luis Borges, o el compositor Richard Wagner, entre otros muchos.

Una de las doctrinas de Schopenhauer era que la música tenía un papel supremo sobre las artes. Afirmaba que la música es la expresión directa de la esencia del mundo, que es una voluntad ciega e impulsiva.

No vamos a entrar en sus principios doctrinales. No es mi fuerte. Interesa poco al tema que trataremos. Solo decir,  que fue de los primeros filósofos en dar importancia en el arte, a la música. Recordemos algunos otros de sus pensamientos:
ü   La música es un arte elevado y admirable.
ü   La música obra poderosamente sobre el sentimiento más íntimo del hombre.
ü   La comprendemos tan a fondo como una lengua universal, cuya claridad supera hasta la del mundo intuitivo.
ü   Es un íntimo gozo que conmueve hasta lo más hondo de nuestro ser.
ü   Desde nuestro punto de vista, debemos atribuirla un sentido más serio y más profundo, relacionado con la esencia íntima del mundo y con la nuestra.
ü    Es más enérgica, más rápida, más necesaria y más infalible, que todas las demás artes.
ü    Va más allá de las ideas y podía seguir existiendo, aunque el universo no existiera, cosa que no puede decirse de las demás artes.
ü    Se ha dicho siempre que la música es el idioma del sentimiento y de las pasiones, como las palabras son el lenguaje de la razón.
ü        …./….

Richard Wagner
Cualquier persona que se considere melómana, ha de sentir satisfacción con estas ideas. Y no es de extrañar que, cuando las descubrió, en 1854, el compositor alemán Richard Wagner (1813/1883), se sintiera totalmente identificado con ellas. Desde ese mismo momento, se convirtió en su defensor a ultranza. La teoría del papel supremo de la música, la adoptó Wagner inmediatamente. Sin embargo, se contradecía con su anterior punto de vista, expresado en “Ópera y drama” (creía que la música estaba al servicio del drama).

Quedó marcado por la filosofía de Schopenhauer. La practicó y extendió en muchos de sus propios escritos como “El destino de la ópera” y “Religión y Arte”. Y aprovechó sus argumentos filosófico-estéticos para aplicarlos en sus composiciones. De un modo especial, lo hizo en su ciclo del “Anillo del Nibelungo” y en la creación de su teoría de “obra de arte total”, denominación que aplicó a sus óperas.

Caricatura de Wagner
Al músico teutón, le satisfacía muchísimo,  la concepción que Schopenhauer tenía de los compositores: “Inventar una melodía, descubrir con ella los misterios más recónditos de la voluntad, y de los sentimientos humanos, es obra de un genio”.

EL GENIO DE LA ÓPERA
Aunque todos lo conocemos, puede no estar de más, recordar que, Wagner, fue el creador de la ópera alemana, mediante dos recursos principales: la melodía infinita y la utilización del leitmotiv. Con el primero pretendía una unión entre texto y música, fundiéndolos en un mismo plano, con igualdad de peso, y utilizando canto ligado, declamado y continuo.

Sigfrido y el dragón
El motivo recurrente o leitmotiv, consiste en una identificación de personajes, lugares, cosas, etc., a través de la música. Se podría decir que es un retrato musical de lo que quiere identificar (Wotan, Sigfrido, la llamada de la selva, la fragua, la espada, etc.). Cada vez que “eso” aparece en el escenario, o se hace referencia a “ello”, surge su tema en imagen, dibujado con notas del pentagrama y expuesto en distintas armonías, pero, siempre, reconocibles. Concentra así la atención del espectador en espera de lo que va a ocurrir.

Papageno
La Flauta Mágica
Wagner, para crear la ópera nacional alemana, además de su propia aportación, recibió la herencia de algunos compositores anteriores, que trataron también de lograr este fin. Los más importantes fueron, Mozart, con sus óperas en alemán “La flauta mágica” y “El rapto del serrallo”, Beethoven con su “Fidelio” y Weber con “El cazador furtivo”. Todas ellas son “singspiel”, una forma particular de ópera que combina partes habladas y cantadas. Los fragmentos dialogados se corresponden con los Recitativos en el estilo italiano.

Caricatura de Wagner
Todos los libretos de Wagner son obra del propio compositor. Su calidad literaria no es excepcional. Pero constituyen un esqueleto ideal para su música. En cuanto a los argumentos, son, casi en su mayoría, mitológicos. Combinan situaciones dramáticas, psicológicamente intensas y complejas. El destino juega un papel trascendente. Frente a él, la única salida sólo puede ser el “Más alla”.

Por terminar la descripción de Wagner y aunque Schopenhauer escribió: “En el compositor, más que en nadie, el hombre está enteramente separado del artista y es distinto de él”, debemos dar unos pocos trazos humanos por los que se distinguía. Todas las fuentes históricas coinciden en destacar que, además de músico, poeta y pensador, era un metomentodo y un apasionado de las mujeres. Tenía rasgos elitistas, combinados con megalomanía, egocentrismo y ciertos trazos racistas en su pensamiento (véase “El judaísmo en la música”).

Friedrich Nietzsche
UN PROSÉLITO FILÓSOFO
Presentemos ahora al tercer personaje de esta historia. Se trata del filósofo alemán Friedrich Wilhelm Nietzsche (1844/1900), que además fue poeta, músico y filólogo. Es considerado como uno de los pensadores modernos más influyentes del siglo XIX. Realizó una crítica exhaustiva de la cultura, la religión y la filosofía occidental. Influyó profundamente en generaciones posteriores de escritores. Ateo por convicción, de él es la frase “Dios ha muerto”. Su obra más importante fue: “Así habló Zaratustra”.

Nietzsche poseía una profunda creencia del sentido universal de la música. Aprendió piano de muy joven, e incluso hizo sus pinitos en composición. De él son frases: “Sin música, la vida sería un error” y “La música es el vehículo que nos conduce al centro del mundo, y sin ella la vida carece de sentido”.

Caricatura de Nietzsche
En su “Tratado de la música”, se identifica con este arte y se siente hondamente impresionado por la obra de Wagner. El colmo de su fascinación parece que fue al oír la Obertura de “Los Maestros Cantores”, en 1868. Dijo entonces: “Se estremece en mí cada fibra, cada nervio, y hacía mucho tiempo que no tenía semejante sentimiento duradero de arrobamiento”.

Por aquel entonces, tenía fijado como objetivo inmediato conocer a Wagner, cosa que ocurrió el ocho de noviembre, de aquel mismo año de 1868, en Leipzig. El filósofo tenía veinticuatro años. El compositor, ya en el cenit de su carrera, contaba con cincuenta y cinco. Inmediatamente Nietzsche, pasó a formar parte del reducido círculo de amistades íntimas del músico y, la cercanía de pensamiento, facilitó una relación intensa y complementaria.

Para el filósofo, Wagner representaba “el renacimiento del espíritu dionisiaco”. Su música personificaba “el milagro de la metafísica”. “Encarnaba la filosofía de Schopenhauer”. Y planteaba “una renovación de la vida espiritual en Alemania”. Nietzsche se convirtió en uno de los mayores defensores de Wagner. El músico pensaba que “era el filósofo que estaba esperando”.

Como resultado de sus muchas coincidencias filosóficas, Nietzsche publicó “El nacimiento de la tragedia”, que fue acogido muy mal en los círculos académicos, pero para Wagner supuso la materialización de su teoría estética. Por eso lo alabó con mucho entusiasmo.

DEL AMOR AL ODIO
El endiosamiento del compositor y la convicción de superficialidad de muchas de sus exigencias, hacen que lentamente, se fueran alejando. El pensamiento de Nietzsche respecto a Wagner, cambia radicalmente, poco después.

El teatro de Bayreuth
Según él, el músico representa, entonces, a la decadencia, algo que aborrecía intensamente. Y la ruptura se empezó a producir en el primer festival de Bayreuth, en 1876. A Wagner, esta desavenencia no le importó en absoluto, después de haber sido inseparables.


Nietzsche, encontró en el “santuario” de Bayreuth, mucha banalidad en los actos y  el público asistente le repelía. La distancia del filósofo hacia este mundo, era cada vez mayor. Realmente, Bayreuth, se convirtió en un espectáculo social al que asistieron grandes magnates políticos del nuevo Reich, mezclados con los líderes adinerados del poder económico y mercantil. Los dos, músico y filósofo, siempre habían proyectado que el festival fuera el templo de los seguidores de la revolución cultural que ambos propugnaban. Además a la profanación de Bayreuth, había que sumar el chovinismo y antisemitismo de Wagner. Todo ello excedió de lo que Nietzsche podía soportar.

Y, más tarde, la temática cristiana de “Parsifal”, concebida más como acto litúrgico, que como una ópera, ofendió profundamente la sensibilidad de Nietzsche. Si la brecha ya se había abierto en 1876, el estreno de la última ópera de Wagner, en 1882, acabó por completo con su antigua relación de un modo definitivo.

Abandonar la compañía de Wagner, provocó en Nietzsche un periodo de grave malestar físico y espiritual, con dolores de cabeza, cansancio visual y ansiedad, como si estos fueran los síntomas del otro yo, que había sido enterrado.

El caso Wagner
EL CASO WAGNER
Wagner muere en Venecia, el trece de febrero de 1883. Cinco años después del fallecimiento (mayo de 1888), Nietzsche publicó uno de los mayores escritos en contra del músico, que ya no se podía defender. El ensayo lo tituló “El caso Wagner”. Cuatro meses empleó en redactarlo. Un año más tarde, continúo este ataque con un nuevo libro: “Nietzsche contra Wagner”. Estaba el filósofo muy próximo al periodo de tiempo que se ha venido en llamar “los años de hundimiento”, que terminan con una demencia sin retorno.

Plutarco y Shakespeare rinden
homenaje a Wagner
como autor dramático
En “El caso Wagner”, Nietzsche utiliza toda clase de truenos, relámpagos, rayos y también petardos, fuegos fatuos y fuegos artificiales, contra Wagner, sin que tampoco se libren Schopenhauer, Schiller, Goethe, Victor Hugo o Flaubert. Su primera posdata, ya anuncia un aborrecimiento del teatro: “… lo peor de todo es la teatrocracia, esa archibroma de creer en la primacía del teatro y en su derecho a enseñorear las artes…. El teatro no es nada más que un sotoarte, cosa de segunda mano, vulgar divulgación, enderezada a las masas y aderezada de embustes para ellas”.

Caricatura de Wagner
Antes de seguir, conviene resaltar que, no fue Nietzsche el primero en oponerse a Wagner. En vida del teutón, éste tuvo que soportar multitud de críticas (Hanslick), solapadas intrigas profesionales (Meyerbeer), o pugnas estéticas (Schumann y Berlioz). El terrible crítico vienés, Eduard Hanslick, fue el portavoz de un grupo apiñado en torno a Brahms y denominado de “música pura” frente al que se opuso la mesiánica y wagneriana “música del porvenir”. En su madurez, a medida que crecía su fama, se hizo más fuerte el tono de la disputa.

Pero el proceso de juicio a Wagner, comenzó, realmente, con Nietzsche. Su vehemencia, marcó la salida a un caso que, todavía en nuestros días, no está resuelto. Por él han pasado nombres tan ilustres como Bernard Shaw, Thomas Mann, Teodor W. Adorno o Ernst Bloch. Todos han propuesto nuevas pruebas y alegatos al voluminoso sumario. En julio del 2009, se publicó en España “El clan Wagner”, de Jonathan Carr, síntoma  evidente de que aún colea el tema.

Resumamos algunas lindezas de Nietzsche, dedicadas a Wagner en su ensayo “El caso Wagner”, unas son literales, y otras, resúmenes:
·      Wagner es nocivo
·      El arte de Wagner es enfermo
·      Mis objeciones a Wagner son fisiológicas
·      Cuando oigo la música de Wagner no respiro bien
·      Mi pie se pone malo y se revuelve contra la música de Wagner
·      ¿No protesta también mi estómago al oír a Wagner?
·      ¿Y mi corazón?
·      ¿Mi circulación de la sangre?
·      ¿No se revuelven mis tripas?
·      Wagner construyó un nuevo sistema musical por su incapacidad para componer buena música
·      Wagner está muy lejos de ser un genio musical; no es ni siquiera un músico.
·      El wagnerismo es una forma de idiotismo y servilismo. Puede llevar a la imbecilidad

Nietzsche plantea que la música de Wagner “es una agitación sobre los nervios”, una música que sirve para “hipnotizar los sentimientos y enfermar de sensibilidad”. Opina que el teatro dramático de Wagner, “es extremo y exige una música delirante”.

Frente a este arte “que daba sudores”, Nietzsche propone un arte “burlón, ligero, fugaz, despreocupado, que disipe las oscuras nubes del norte y resplandezca en un cielo azul”. También: “lo bueno es leve, lo divino discurre con pie grácil: primer postulado de mi estética”. Y pone como ejemplo…….¡a la “Carmen” de Bizet!, argumentando su mediterraneidad.

Wagner y Liszt
No vale la pena hacer comentarios a esta elección, porque, él mismo, en diciembre del mismo año, reconoció que era una broma (carta a su amigo Fuchs): “Lo que digo acerca de Bizet, no debe usted tomarlo en serio. Tan cierto como que existo, Bizet- lo diré mil veces- no me interesa, pero actúa fuertemente como antítesis irónica contra Wagner”. Nietzsche reprocha a Wagner que necesite “verdades absolutas”. Dice que su música “es la de los grandes ideales y los bellos sentimientos pero no dice cuales son estas verdades”.

Otra frase afortunada: “Lo primera que su arte nos ofrece, es una lupa. Se asoma uno, y todo se vuelve grande, ¡hasta Wagner!.... ¡Menuda serpiente de cascabel! Toda la vida cascabeleándonos la entrega, la fidelidad, la pureza, y se retira  de este mundo corrompido con un elogio a la castidad…. y nosotros se lo creímos….

Autobiografía
Se está refiriendo Nietzsche al contenido religioso de la última ópera de Wagner (“Parsifal”), al que acusa de haberse convertido hipócritamente al cristianismo, para hacer nuevas relaciones en Bayreuth y en el tercer Reich alemán. Según el filósofo, “Parsifal”, rompe con el ateismo de Schopenhauer y con todo lo que había significado la “ruptura de moral tradicional” del “Anillo del Nibelungo”.

Otra caricatura del músico 
En el mismo año de “El caso Wagner”, Nietzsche, publicó su autobiografía, titulada, “Ecce Homo”. En ella se hace referencia a la relación Nietzsche-Wagner, en los siguientes términos: “Al hablar de las cosas gratas en mi vida, no puedo dejar de pronunciar una palabra de gratitud por lo que ha sido el más profundo y cordial suceso grato de mi vida…. mi relación íntima con Richard Wagner…. no desearía borrar de mi vida a ningún precio los días en Tribschen (casa de Wagner), días de confianza y jovialidad, de accidentes sublimes, de momentos profundos….. nuestro cielo, nunca se ensombreció siquiera por una sola nube. No podría haber soportado mi juventud sin la música de Wagner…. Bien, entonces yo necesitaba a Wagner. Yo era wagneriano”.

Nueva caricatura
del Tannhäuser
FINAL
Después de todo lo expuesto, ¿Alguien duda que los dos ensayos, “El caso Wagner” y “Nietzsche contra Wagner”, sean una reacción apasionada de un condiscípulo desengañado? En esas obras, el filósofo, abjura del Dios-Wagner, lo desenmascara, lo denuncia como embaucador, por crear un arte dirigido a las masas pseudo-cultas. El peso cultural de Nietzsche, que es quien realiza las acusaciones, no me cabe duda, que habrá repercutido en la concepción que hoy tenemos de Wagner. Y seguirá la polémica con alegaciones en pro y en contra, en un futuro.

En lo esencial, el filósofo Friedrich Nietzsche, amó y odió a Richard Wagner y ambas cosas las hizo con mucha intensidad. Pasó de considerar el arte del compositor como “la más excelsa expresión del espíritu humano”,  a sentir por él su más profundo desprecio. Sus ensayos, “El caso Wagner” y “Nietzsche contra Wagner” son dos de los últimos escritos del autor alemán, que entraba ya en su agitada última fase de vida.

Interior del "templo" de
Bayreuth
Los ensayos, han tenido una fuerte repercusión posterior a la hora de analizar las relaciones entre ambos personajes. Y, generalmente, los escritos habidos al respecto, son contrarios a Wagner. Las dos obras de Nietzsche, constituyen un viaje interior, plagado de íntimas reflexiones. Por eso son lugar de referencia obligada para filósofos, músicos, psicólogos y amantes, en general, del pensamiento.

En mi opinión, debemos juzgar a Wagner,  por lo que tiene de más trascendental: su música. Y si se quiere y se tiene curiosidad, sigamos investigándole como ser humano, literato, dramaturgo, lingüista, filósofo o político. No será, seguramente, una eminencia en ninguno de esos otros oficios.

Pero por malos que sean estos “otros Wagner”, no podrán enturbiar nunca su faceta de compositor. Nadie le discute su influencia en la música del siglo XX, ni la supremacía en el terreno operístico, que, en este caso, comparte con el italiano Giuseppe Verdi. Son dos formas distintas de entender la lírica.

1 comentario:

Anónimo dijo...

maravillosa entrada y maraviloso blog. muchas gracias.