jueves, 23 de junio de 2011

Mozart Otra Vez

Sí, amigos, otra vez en mi blog, el genio de Salzburgo, pero en esta ocasión, me apetece que nos divirtamos un poco con él. Ya está bien de hablar de su música, sus óperas, su carácter, Salieri, o, algo más que me dejaré por el camino. Así que, con las anécdotas recogidas de distintos orígenes, disfrutemos un poco a costa de Wolfgang Amadeus Mozart. Bueno, y que me excusen los que ya las conozcan.

¡Viene un carro!
La flauta mágica”, por pertenecer a un género de ópera llamado singspiel vienés, tiene diálogos hablados intercalados con la música. Es un estilo semejante al de la opéra-comique o la zarzuela. No olvidemos que “Carmen”, la ópera francesa más conocida en el mundo, tiene también sus partes recitadas. De cualquier modo las charlas son breves, en contraste con nuestra zarzuela, donde, el peso de la conversación, es mucho mayor. Llega a significar, hasta un cincuenta por ciento de música y texto, a partes iguales.

Este tipo de piezas con plática, eran muy populares tanto en Alemania como en Francia. Estaban destinadas a la clase social media. Se diferenciaban claramente de la grand’opéra, tanto por su contenido como por su formato. Ésta última era de un gran espectáculo, al que acudían, solamente, los privilegiados. En lugar de los grandes temas históricos, que reservados a las clases pudientes, la opéra-comique, trataba historias más cercanas al espectador

Los tres geniecillos
que vienen de "lo alto"
Este género popular, no exigía formato previo. Podía tener libremente el que quisiera el autor, sin necesidad de sujetarse estrictamente a los cinco actos obligatorios con dos ballets incluidos, de las grandes óperas. Todo esto viene a cuento, para que sirva de presentación a la anécdota que sigue, atribuida al barítono Niall Murray y localizada en Londres el año 1977.

Papageno
Era una tarde de sábado y se estrenaba la nueva producción de “La Flauta Mágica” del English National Opera, naturalmente, cantada en inglés. Nuestro barítono hacía el papel de Papageno. Habían llegado, sin novedad, al comienzo de la tercera escena del primer acto, aquella en la que tres geniecillos, tienen que indicarles, a Papageno y Tamino, el camino a seguir. Normalmente en los teatros suele representarse con un artilugio que desciende desde lo alto, sea globo o cualquier otra cosa: en este caso era un carro volador. Pero parece que la función, traía mala fortuna, pues dicho carro, se bloqueó en su descenso, en algún punto desconocido. Quedó suspendido sobre las cabezas de los dos cantantes, nuestros Papageno y Tamino.

Dibujo de Papageno
Tuvieron que tener mucho ánimo para intentar seguir con aquel peligro sobre sus testas. Mientras los maquinistas luchaban para desbloquearlo, el barítono, para ganar tiempo, le dijo al tenor en un inglés exquisito: Parece que viene un carro”. El otro, siguiéndole la corriente, le contestó: Si, también yo lo he visto”. Aquello no había manera de arreglarlo, e iba pasando el tiempo. En la ópera, a veces, es necesario saber valorar el momento, en el que los espectadores, están por reír y, entrar antes de que lo hagan. A nuestro barítono se le ocurrió decir: Nada de extraño que venga con retraso. El carro viaja sobre las vías de los ferrocarriles británicos”. Las risotadas fueron generales. El director de escena decidió que debía, al menos, entregar el contenido del carro. Hizo bajar, como pudo, a los tres geniecillos, y lanzó la flauta mágica desde lo alto junto con un cesto de fruta que fue a parar a la cabeza del barítono Papageno.

¿Dónde estará Cherubino?
Más de un Conde en “Las bodas de Fígaro”, se ha encontrado en situaciones muy embarazosas, incluso peores de las que a uno mismo le pueden ocurrir.

Cherubino y el Conde
Se cuenta que, en una ocasión, habían decorado el apartamento nupcial de Fígaro y Susana, con particular generosidad. En el primer acto, el escenario entero, estaba lleno de muebles, cubiertos de telas, que les protegían del polvo. Este Conde, era un sustituto, que apenas habían tenido tiempo de experimentar. Y mucho menos, probar, en los días previos a la programación. Para colmo, no ensayó nunca su papel. Todo transcurrió son novedad, hasta llegar a la escena séptima del primer acto. Es aquella en la cual, el Conde, explica a Susana y a don Basilio, cómo descubrió a Cherubino, en la casa del jardinero, oculto debajo de un mantel de una mesita. Para demostrar cómo lo hizo, tiene que levantar una funda del sofá, en la cual, teóricamente, debía encontrarse el muchacho.

Susana y Figaro
Cuando llegó el momento de descubrir a Cherubino, en su escondite, nuestro poco experimentado Conde, se dio cuenta de que no sabía dónde mirar. Comenzó a probar adelante y atrás, tirando de los fundas de los muebles, una tela después de la otra. A pesar del intento de Susana y Basilio de indicarle el camino, estaba tan confuso, que no se enteró. Para echar adelante la ópera, el propio Cherubino tuvo que salir voluntariamente de su refugio, cambiando, por completo, la trama del argumento y el sentido del texto.

Amor platónico
Vamos a novelar una audiencia concedida a los Mozart (padre e hijo), por la Emperatriz, María Teresa de Austria, rodeada de su esposo, Francisco de Lorena, e hijos. La recepción está documentada. Puede que, en esencia, este chascarrillo, se aproxime algo a lo que ocurrió.

Teniendo seis años de edad, Wolfgang, dio un concierto para la familia Real. Había una espectadora de excepción del tamaño del niño prodigio. Se trataba de María Antonieta, la futura reina de Francia. Después de la audición, la infanta, invitó al niño-músico a jugar con ella. Tras un rato, el adelantado Mozart, no pudo resistir más los encantos de la vivaracha archiduquesa y le dijo:
Mozart y la familia de María Teresa
-“Eres muy buena y muy bella. Quiero que nos casemos. Pero, soy muy pobre y no tengo juguetes”.
Oyéndolo, la emperatriz María Teresa dijo:
-“Tú eres pobre, pero serás el rey de los músicos. Entonces podrás casarte con nuestra María Antonieta. Pero sois demasiado niños los dos. Será mejor esperar algunos años”.

Esos años pasaron, y para desgracia de los dos protagonistas, Mozart murió prematuramente, y María Antonieta fue decapitada en la guillotina.

Una composición difícil
Lo próximo, no llega ni a chiste, pero ahí va.

En una ocasión, Mozart presentó a “papá” Haydn una composición que acababa de escribir, y dijo:
-“Apuesto que no puedes ejecutar este trozo”.
Mozart y Haydn
Haydn aceptó el reto. Se puso al piano. Descifró sin dificultad los primeros compases, pero de repente se detuvo.
-“¡Esto es imposible!, exclamó Haydn. ¡Cuando las dos manos están ocupadas en el extremo derecha y el izquierdo, hay una nota que tocar en medio!”.
Mozart se sonrió y suplicó le cediera el puesto.
Al llegar al pasaje- el que había juzgado imposible de ejecutar- tocó la nota con la punta de la nariz. Haydn se declaró vencido.

El Miserere de Gregorio Allegri (1582/1652)
Esta obra es la más conocida de este músico renacentista. Denominada “Miserere Mei, Deus”, la realizó hacia 1638. Desde su creación, se interpreta, de forma sistemática, en la Capilla Sixtina, durante la Semana Santa. Es uno de los mejores ejemplos del estilo polifónico del Renacimiento. No podía ejecutarse la pieza, fuera de ese lugar sagrado, bajo pena de excomunión a quienes lo hicieran o copiaran.

Gregorio Allegri y su Miserere
En el año 1770, Wolfgang Amadeus Mozart, contaba tan sólo catorce años. En un viaje a Roma con su padre, pidió a la Biblioteca Vaticana la partitura para estudiarla. Se la denegaron. Era exclusiva y no se permitía su difusión. Ni corto no perezoso, como estaban precisamente en Semana Santa, Mozart acudió a la Capilla Sixtina para oir ejecutar el Miserere. La escuchó y volvió a su alojamiento. Allí transcribió la obra al papel, de memoria, para luego hacerle correcciones menores en una segunda ocasión. La partitura dejó de ser secreta desde entonces.

Este hecho es ampliamente recordado en sus biografías, como muestra de su genio. El Papa, al enterarse, le hizo Caballero de la Orden de la Espuela de Oro.

Curiosidades mozartianas
Aquí están. ¡A saber si todas serán ciertas! Pero, desde luego, son posibles.
1. A los tres años, distinguía las notas y tocaba melodías al piano y el clavicordio.
2. Comenzó su carrera de pianista con cinco años. Tocó una pieza difícil, incluso para profesionales.
3. A los ocho, el pequeño Mozart ya era un prestigioso concertista. A esa edad compuso su primera sinfonía.
4. Nuestro músico parece que odiaba la flauta. Sólo creó conciertos de ese instrumento por encargo.
Caricatura de Mozart
5. Mozart, que era masón, daba un significado especial al número tres
6. Compuso numerosísimas piezas- parece que más de seiscientas- escritas escrupulosamente, casi sin tachones ni enmiendas.
7. Antes de plasmarlas al papel, tenía ya desarrolladas las obras en la cabeza y esto facilitaba la tarea de copiar sin errores.

Beneficios terapéuticos
Según estudios psicológicos de estimulación prenatal temprana, las melodías de Mozart y otros genios de la música, tienen beneficios para el feto a partir del tercer mes. Así que ya lo sabéis, madres gestantes, hacer caso a la ciencia y disfrutar de la ópera y la música en general. Será beneficioso para el futuro bebé y espero que también para los que la escuchen.

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